Cosquín Rock 2024, día 2: el sol le ganó una batalla a la lluvia y regaló las mejores postales
La jornada comenzó con presentaciones destacadas de Neo Pistea, Milo J, Estelares y Las Pastillas del Abuelo.
La segunda jornada de Cosquín Rock, la de cierre de la edición 2024 que se desarrolló este domingo en el aeródromo de Santa María de Punilla, se vio entorpecida en su inicio por una lluvia copiosa y persistente, que en el mediano plazo mutó en un calor agobiante y húmedo.
La situación trastocó apenas una programación que tenía como pesos pesados a Slash entre los rockeros, a Duki entre los traperos y a Steve Aoki entre los electrónicos. Pero sí la tuvieron complicada los espectadores, quienes no sólo se empaparon sino que debieron librar su propia batalla contra el barro.
La gente trata de sortear el barro en el aeródromo de Santa María de Punilla, durante la segunda jornada del Cosquín Rock 2024. (Javier Ferreyra/ La Voz)
Pasa en todos los festivales cada vez que el clima no juega a favor, a decir verdad: de Woodstock a Glastonbury, el agua obliga a los pilotines de nailon y el barro a caminar con sumo cuidado, si es que se quiere caminar con cuidado y no embadurnarse, algo que tiene su mística.
Como sea, en lo estadístico la situación hizo que el predio se nutriera de a poco y contribuyó a reforzar la idea de que el festival resultó menos convocante que la edición anterior.
Milo J, la gran nueva cosa de la nueva generación de artistas. (Javier Ferreyra/ La Voz)
Cuando el diluvio perdió consistencia, Yami Safdie cerraba su show en plan sublow encantado y Neo Pistea comenzaba a plantar bandera rapera de vieja y nueva escuela.
Con look de cabeza cubierta, que podía remitir tanto a un zapatista urbano como a un ninja, este crédito del oeste bonaerense comenzó recordando que “en la calle, el respeto no se compra” (Trappist) y continuó celebrando “¡¡¡Salió el sol, amigo!!!”.
Con rima milimétrica y resonancia trágica, siguió con TONYTHEKID, que restaura la máxima de Tony Montana en Scarface (Brian de Palma, 1983) de “todo lo que tengo son mis huevos y mi palabra”. Y en plan más reposado llegó Pininfarina. Medusa fue más oscura y sugerente, mientras que Criminal y Clásicos de barrio mostraron al Neo rapeando a pelo; en el segundo, de hecho, sin bases ni respaldo de autotune. “Perdón por los problemas de sonido, les pido mil perdones de no poder ir más adelante. No puedo ir, se lo juro por mi hijo”, dijo antes del himno Tumbando el club para el cierre.
Casi en simultáneo al repliegue de Neo Pistea, el sol ya le pegaba de lleno a Alika en el escenario Paraguay; apenas más tarde, lo mismo le pasó a Manuel Moretti de Estelares en el Montaña, cuya geografìa más allá del coverfield era una barrosa pista de patinaje.
Ella dijo, Melancolía, Ríos de lava y Alas rotas redondearon la banda de sonido de un inicio accidentado en el del día 2 de Cosquín Rock 2024.
Un río de gente en el acceso al segundo día de Cosquín Rock. (Javier Ferreyra/ La Voz)
Día perfecto y Es el amor sirvieron como revulsivo anímico para que la gente tome fuerza y siga transitando el aeródromo en su versión húmeda, en dirección al escenario Sur para esperar el show de Las Pastillas del Abuelo.
PASTILLAS Y MILO J, ESQUIVANDO CHARCOS
Con los puños en alto y ensayando algunas piñas de boxeador que recuerdan su paso por el evento “Párense de manos”, Piti Fernández, líder pastillero, dio la bienvenida al calor húmedo con Interpretación, Ama a quien llora por ti y La creatividad.
Al destacar las presentaciones anteriores del Sur, que se ofrecieron en medio de la fuerte lluvia, Fernández dijo “verdaderas batallas brindaron El Bordo y Esquivando charcos”. Claro, fue un fallido que reemplazó el nombre de los platenses Cruzando El Charco con el del primer disco de La Renga, publicado en 1991.
A todo esto, en el Norte, Milo J arrancó con casi media hora de demora por cómo se complicó todo por los problemas de tránsito entre escenarios. Las zapas chapoteando o patinando en charcos de agüita y barro fueron una postal repetida a esa hora de la tarde. Entre molestas y pintorescas, tal como expresamos arriba, esas situaciones le dieron y le siguen dando un clásico color a este encuentro.
Volviendo al fenómeno adolescente del momento, alternó momentos en solitario con el acompañamiento de esas pistas producidas por Bizarrap y otros con su banda que le dio un toque telúrico. En ese plan, incluyó piano, guitarra eléctrica y criolla con cierta impronta folk.
Lo suyo es un trap sensible y reflexivo, con un mood muy slow, bien lejos del agite que proponen otros artistas urbanos de estos tiempos.
Igualmente, el show pasó por varios climas y tuvo un importante marco de publico: hubo invitados (fue un amor el dúo con Yami Safdie), segmentos más rockeros con la eléctrica bien al frente y una recta final muy celebrada y más bailable con las coreada Fruto y la sesión 57 con el Biza. En otras palabras, Milo J reforzó su plan de conquista en los festivales mediterráneos.
EL KUELGUE, DESDE EL AIRE
De toda la oferta de actividades en el festival, hubo una que captó la atención de todos. La carpa de Red Bull presentó una grúa que elevaba al público para ver el Cosquín desde las alturas unos minutos. VOS subió precisamente en el momento en que Las Pastillas del Abuelo sacudían el escenario Sur, Milo deslumbraba en el Norte y El Kuelgue salía a hacer su show con mayoría de canciones de Hola precioso, su último disco, en el escenario Montaña. El paisaje terminó siendo una postal que resume el espíritu de Cosquín Rock, música y gente en estado de gracia, con la ayuda de algunos anabólicos de entretenimiento.
El Kuelgue hizo un repertorio con la mitad de las canciones de su reciente disco (Peluquita, Hola precioso, Chinoca, Digánselo) y las enlazó con sus conocidos hits (Natación, Bossa N People y Circunvalación). Con el humor que lo caracteriza, Julián Kartún invitó a bailar y, en especial a los cordobeses, a sacarse el “Mono” o “Gorila” que tienen adentro. “Sé que lo tienen”, remarcó.
CATUPECU Y CIRO: Y LO QUE QUIERO ES... ÉPICA
Posteriormente se produjo el arranque en simultáneo de Catupecu Machu (Montaña) y Ciro y Los Persas (Sur), dos artistas emblemáticos de Cosquín Rock.
Los de Fernando Ruiz Díaz se mostraron con doble batería y apelando en el arranque a un clásico como Y lo que quiero es que pises sin el suelo. Andrés Ciro Martínez, en tanto, echó mano a imbatibles piojosos (Muévelo, El balneario de los doctores crotos y Civililzación) que sonaron actuales, a tono con el contexto general.
Ya de su etapa “Persa” anexó Luz, cuya interpretación llegó acompañada por imágenes de Messi y la Selección, primero en los momentos de finales perdidas y luego con las del camino al campeonato de Qatar 2022. La frase “Tiempo de aguantar” se gritó bien fuerte y, por supuesto, tuvo otros posibles significados. Como sea, terminó con aplauso cerrado y con el “Dale campeón” desde el pecho inflado.
El atardecer, esa gran postal festivalera del sol cayendo detrás de la arboleda, llegó en el show de Ciro y Los Persas con Bicho de ciudad. A fin de cuentas, juega a favor que un número central como éste sea programado temprano. Paga por todos lados: el artista consigue la citada postal, mientras que el público llega a ese instante no tan erosionado por el cansancio.
Entre tema y tema, desde el escenario Montaña llegaban los alaridos de Ruiz Díaz, como para abonar la idea de que Cosquín Rock está lleno de matices y energías disímiles.
“Cosquín, ayúdenme a cantar porque tengo una montaña en la garganta”, tiró “Fer” antes de arrancar A veces vuelvo con un gran coro del público y cantando al límite de sus posibilidades como de costumbre. El “gran finale” con el clásico agite de Dale! fue un derroche de energía tanto de arriba como de abajo del escenario. Un cierre para honrar la historia de Catupecu.
Catupecu Machu Cosquín Rock 2024
Mientras tanto, Los Caligaris ya habían arrancado en el Norte un show bien arriba ante un nutrido grupo que les seguía todas sus ocurrencias. Los de Residencial América desplegaron su gracia en un show efectivo con su conocida adrenalina circense, e invitaron a varios artistas que habían pasado por el programa (de Yami Safdie a Las Pastillas) a hacer un asado y tomar un fernet. “Que viva Córdoba y la cultura”, cerraron a tono con una demanda que en la apertura tuvo versiones más radicalizadas en las voces de Lali y de Dillom.